miércoles, 7 de mayo de 2014

La maravillosa y breve vida de Oscar Wao- Junot Díaz

Uno entra en la novela de Díaz con algo de recelo, una novela que ha ganado el pulitzer amén de otros muchos premios de distinta relevancia, una novela que figura en casi todas las listas intercionales de mejores novelas en lo que llevamos de siglo. Tanta unanimidad, a veces uno piensa que se trata de uno de esos productos en los que nadie se atreve a afirmar lo contrario de lo que una ristra de premios y opiniones avalan.

 Bueno, no sé yo el que vaya a romper la cadena, lo dejo para los provocríticos que abundan mucho desde el anonimato moderno que proporcionan los blogs y la envidia de toda la vida que ha acompañado a buena parte del sector de la crítica. La vida de Oscar me parece un pedazo de novela. Una de esas novelas que se disfruta leyendo, liviana, desenfadada, falsamente simple. Narrada a partir de un "amigo" del protagonista que permite al autor este estilo tan peculiar y que es uno de los grandes méritos de la novela. Eso y la disección de la sociedad dominicana, donde los hombres gobernados por sus impulsos sexuales y las mujeres gobernadas por impulsos sentimentales que las llevan a pensar que pueden fiarse de esos hombres parecen estar todos bajo una maldición, fukú, que aparentemente no se conforma con la familia de Oscar. Su hermana, su madre y su abuelo, además del propio Oscar son los protagonistas de esta novela americana, que tantas reminiscencias tiene con otras latinas por su uso acertado de los coloquialismos, las sagas familiares, la presencia de lo sensual y la omnipresente victoria de la emoción o lo sexual frenmte a la razón.

Me resulta muy curioso que esté escrita en inglés. Aunque sea spanglish, porque es como estar leyendo novelística del boom pero adaptada y bien adaptada a los tiempos actuales. Hay mucho de educación sentimental en la primera parte de la novela, no es casual que un capítulo se llame así, educación de cada uno de los protagonistas con la excepción del abuelo donde lo que predomina es lo político que ya había venido anticipado en ciertas notas, ácidas, inteligentes (como toda la novela lo es en realidad) sobre los desmanes de la dictadura de Trujillo, Fukú de la isla, consecuencia acaso de ese Fukú, dice Díaz, que fue la conquista española. Creo que da mucho juego esa idea la de latinoamérica presa de una maldición. También funciona muy bien que Óscar sea un atípico nerd, escritor desde casi la infancia, emulador de Tolkien, gordito, enamoradizo pero lleno de sangre caribeña dispuesta a dejarse a la vida con tal de encontrar el amor, aunque sea el de una prostituta.

La violencia aunque contenida en la primera parte es protagonista de la segunda, y es contenida en su crudeza por un humor que ese sí, se desenvuelve por toda la novela, un humor interesantísimo en mi opinión que sobrepasa al de los otros referentes de la novelística del nuevo siglo, pienso en Franzen y otras vacas sagradas de la novelística actual norteamericana. Porque, parece que sólo la nostalgia es memorable y digna de perdurar en la literatura pero no el humor, cuando quizá éste sea más dificil de conseguir. Pero es que también la novela de Díaz está llena de melancolía, una tristeza infinita que acompaña al ser humano, condenado por llámalo fukú, pecado original, exceso de materia gris o como quieras, desde el comienzo de los tiempos. Y ambas cosas, posee la novela de Díaz, y también inteligencia, ya lo dije ¿no? y una pizquita de épica. Una joya, vaya.

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