viernes, 20 de febrero de 2015

House of Cards a la española

 
Aunque los latinos tenemos fama de corruptos y chapuceros, después de leer el argumento de la serie Borgen (noruega) o de ver la primera temporada de House of Cards (que me ha gustado mucho) uno se convence de que variaciones podrá haber muchas pero que la corrupción que engendra el poder y la ambición son siempre las mismas. No digo que consuele, en esos países el robo, el enchufismo y el chanchullo están peor vistos que aquí, sin punto de comparación pero simplemente comienzo haciendo ver que nuestros problemas no son sólo propios, no sé si afortunada o desgraciadamente.
 
Llego tarde, ya lo sé, a comentar el escándalo fiscal de Monedero, y llego tarde también para hablar de un capítulo intermedio de la primera temporada de House of Cards. Pero ya saben el dicho y además el hecho de que haya visto esa temporada precisamente ahora me ha llevado a comprehender con el cuerpo, con el alma y hasta con cada pelillo de la barba como es de asquerosa la política, o como la política depende casi exclusivamente del marketing o de la presentación televisiva. 
 
Antes de entrar en faena diré que no soy demasiado simpatizante de Podemos, los voté en las europeas por votar a un partido distinto y discreto sin sospechar el exito que luego alcanzarían. Los voté como castigo pero no por convencimiento, y en especial por el hecho de saber que Monedero había hecho campaña publicitaria a ciertos populistas dirigentes de latinoamerica. Precisamente este personaje tan poco atractivo ha sido el protagonista del escándalo político que ha hecho frenar un poco la trayectoria ascendente de ese partido. Dicho esto y dudando bastante que los vuelva a votar, no por este "escándalo" sino por lo grande que ya es ese partido que no me gustaría que ganase las elecciones por demasiado, quiero hablar de la nefasta confabulación de socialistas y populares para juntitos de la mano, soltar como hacía el congresista Underwood y sus secuaces en aquel episodio contra el sindicalista, la etiqueta maldita, y en este caso la etiqueta maldita era "defraudador fiscal".

Tiene, y perdonen que abandone el tono educado, santos cojones la cosa, que dos partido hundidos en la corrupción más absoluta, en la prevaricación y uso de influencia política se quejen de que un personajesno haya hecho una declaración en toda regla, santos cojones que ellos, los que primero unos propusieron y otros, tras criticarlo, llevaron a cabo, una amnistía fiscal a favor de lo que ahora llaman con saña "defraudador fiscal", santos cojones, como si en su día un etarra se hubiera quejado de que alguien le había pisado un pie andando por la calle.
Vale, Podemos ha perdido su oportunidad de haber echado a Monedero y convertirse en un partido tremendamente atractivo para el votante crítico, y me parece bien que un ciudadano de a pie que no se ha enriquecido ilícitamente critique al señor Monerdero y su partido, pero el PSOE y el PP, no, de ninguna de las maneras, y menos después de lo que ha llovido desde los años 80, que estos tipos salgan en la tele diciendo "defraudador fiscal" todos a una desde el disfraz de la puerza,  me produce un espanto sólo superado por la preocupación de que todavía haya gente que puede darles una pizca de credibilidad a estos impresentables. Espanto y preocupación, y otra cosa más; asco.