sábado, 26 de julio de 2025

Escribir para nadie

 ¿Cuál es la diferencia entre escribir para uno mismo y hacerlo pensando en que te leerán los demás?

Dije hace un año que volvería a escribir aquí en este blog, y hasta hace unos pocos días no había vuelto a hacerlo. Creo que si no lo hice, fundamentalmente, fue porque no confiaba en que me fuera a leer nadie por este blog, al contrario que cuando lo hacía por facebook, y me llegaba el feedback a forma de likes o comentarios. Pero...¿realmente es tan importante que nos lean? No es todo, como diría mi querido Ángel García Galiano  un juego de espejos. ¿No me estoy escribiendo a mí mismo, en ese maravilloso desdoblarse que supone la escritura y la lectura?. No sé hasta cuando voy a continuar escribiendo por aquí, pero no me gustaría no hacerlo por tener la sensación de que no me lee nadie. 

Hay una cierta amargura dentro de mí, escepticismo, mucho desengaño del monigote que he sido durante estos últimos años. Yo, que me pensaba que por meditar y leer libros, ya tenía superado mi camino espiritual y estaba en una posición superior al resto, he descubierto, supongo que era necesario, que no era más que otro mindundi lleno de narcisismo y aires de grandeza, sin demasiado talento para casi nada y capaz de cometer errores emocionales propios de un niño. Y lo peor es todo lo que me ha costado perdonarme todo eso. Mucho tiempo. Pero empiezo a creer, sinceramente quiero decir, que realmente todo eso fue necesario, que forma parte del camino, y que este, no es lo que pensamos que debiera ser, sino que está lleno de rambas resbaladizas, laberintos y falsos caminos. Y eso es también lo que lo hace apasionante y un verdadero reto. ¿Podré escribir desde la humildad y sin lectores? ¿hay alguien ahí? ¿a alguien le importa algo que no sea uno mismo?

miércoles, 23 de julio de 2025

Revisionando

 Revisionando los últimos diez años de mi vida. Conclusiones.


Me he equivocado en algunas cosas esenciales y eso ha condicionado perder el tiempo, la energía y poner mis emociones en algo que no merecía la pena. 


He pasado algunos estupendísimos ratos.


Lo que me importaba en la juventud no era para tanto. No era, en realidad, para casi nada.


Escribí cosas hermosas. Bastante gente las leyó y algunos las valoraron. No por ello fui feliz. 


El tiempo se desliza de forma cada vez más sibilina y las trampas que he tratado de ponerle no han servido de nada. 


Cada vez me resisto menos a la idea de que la paz pasa porque yo desaparezca. Hablo de una muerte figurada, pero esta conclusión quizá debería hacernos replantearnos cuanto de terrible es la otra.