lunes, 26 de mayo de 2014

De fútbol, política y esas cosas....

Uno de esos lunes en los que no hace falta hablar del tiempo, y eso que ha vuelto un poquito el calor. Pero hubo fútbol, el sábado, gran partido, se supone, y ayer se votó y alguna sorpresa. Da para hablar, un rato, sin mojarse demasiado quizá, pero un rato, en este país hablar se habla muchísimo, nos gusta. Está bien. Me apetecía ver un buen partido de fútbol el sábado. Y bueno, en la primera parte apenas si hubo una ocasión y el gol, un gol raro, que yo creo que nadie gritó mucho porque parecía fuera de juego, o un ensayo, pero no, era gol. El atletí corría mucho y daba patadas. El Madrid corría menos. De partido del siglo nada, un poco rollo, pero estaba la emoción. Me olvidé que nuestra televisión que tanto engalanó el partido con nostalgia de futbolín, nos ha privado de ver partidos históricos de tenis, o recientemente la final de la copa de europa de baloncesto. O sea que te echan lo que quieren y aquí si no te gusta el fútbol pues haces como que sí. Comienza la segunda parte y entonces me doy cuenta de que mi pasado como aficionado madridista tira un poco de mí, fui a muchos partidos al Bernabeu cuando era un jovencito y ese poso está ahí, tirando de la manga, y venga que marque el Madrid. Y entonces comenzaron las ocas.iones. El atlético se metió en su area y se puso a mirar el reloj que no corría, y el Madrid falló unas cuantas, algunas claras y rezó por tener una más de esas. Se me pasó por la cabeza en el minuto 90 que el Atlético era capaz de liarla, el pupas, en el 92 alguién comenzó a tirar cohetes en mi barrio, y yo pensé cuidado que el Madrid achucha. Y marcó: Ramos, el jugador de campo del Madrid que más parecía anhelar el trofeo, (el otro posiblemente fuera Xabi que no podía jugar)y me puso contento el gol, porque también me apetecía seguir viendo fútbol, pero ya en la prorroga seguía dividido porque quería que el Atleti, un equipo mucho más modesto de presupuesto se viera recompensado, porque quiero mucho a ciertas personas que son del Atleti y es un club que merece tener una copa de Europa y era una oportunidad única. Pero no, estaban muertos y la prorroga sirvió para hacer sangría de un equipo extenuado, ante el cansancio la calidad prevalece. Y la calidad se compra con millones de euros, muchos. Y luego ayer votamos, no sabía muy bien a quien votar y comprobé asombrado que mucha gente que voto cuando yo, buscaba entre los montones partidos diferentes, siempre que voy a votar miro con curiosidad a ver si los dos montones del comienzo de la fila de papeletas son ignorados en beneficio de los otros, raros, desconocidos muchos, y salvo ayer nunca había visto el efecto que luego se materializó en las urnas. Me alegra que partidos embriagados de su poder y que no se molestan en echar a sus funcionarios corruptos y mentirosos sean tirados de las orejas, que personas nuevas entren en política, es lo que debería ser sin necesidad de crisis, pero el ser humano le tiene un gran miedo al cambio, especialmente pocos años después de que pueda votar. Voté en el cole de mi hijo, en su aula contigüa, en las mesas que se apoyan las urnas, él está aprendiendo a dibujar unos y doses, y en un rinconcito para que no molesten habían apilado los juguetes con los que juega con sus compañeros cada día.

jueves, 22 de mayo de 2014

Historia abreviada de la literatura portatil

Voy a tratar de escribir esta entrada sin utilizar el apelativo, ya tan manoseado, "pequeña joya".
Esta novelita de 120 páginas juega con una historia de la literatura inventada, una sociedad que agrupaba a un montón de artistas, muchos de ellos malditos, o al menos raritos, reales casi todos, alguno inventado. Requisitos: Estar un poco loco, abogar por la literatura liviana o portatil, la soltería. El mundo de entreguerras fue tan rico en figuras y personalidades artísticas que pareciera que una conjunción astral hubiera intervenido. ¿Una conjura?


Quizá esa sea la idea base de la que parte la novela para luego ser regada con la prodigiosa imaginación del autor, una imaginación que se dispara pero que al mismo tiempo se contiene lo suficiente como para presentar una historia verosímil, que nos hace por momentos dudar si lo que estamos leyendo es una ficción parcial, si las obras mencionadas al menos serán reales,  o si casi todo, como es el caso es producto del ingenio del autor. No basta con tener una buena idea y tener buena imaginación, además hace falta tener talento con la prosa y con la narración, y Vila Matas posee ambos, el estilo es exquisito, las frases tienen una capacidad sintetizante prodigiosa, y que recuerdan la prosa de Borges, que no es tanto por  su estilo una referencia para la obra, que también, como por su capacidad para inventar obras ficticias acontecimientos irreales que bien pudieran serlo.
El uso de la condensación, el uso de la elipsis, el detalle englobador, la riqueza expresiva enemistada de florituras innecesarias son sólo algunas de las virtudes de esta excelente obra que debería figurar ya como clásico de nuestras letras. Es una muestra canónica de la historia de la literatura que ella misma inventa. 

lunes, 12 de mayo de 2014

Estamos de elecciones (parece)

Siempre me he imaginado como retorcidas y siniestras esas reuniones de especialistas en marketing que buscan con dar con un slogan que atraiga a los compradores/votantes hacia su producto/partido. Esta mañana descubro que de nuevo ensucian con sus caras, como si estas fueran importantes, las calles de la ciudad, y me alegra saber que ni siquiera sé para que nos piden el voto esta vez estos frotamanos rechonchetes y mujeres afiladas. Porque nos lo piden, sí, nos lo exigen, vótame, y algo de chabacano ya en esa orden, en ese pedirme a mí algo, ciudadano, que ni siquiera te conozco de nada, y nada menos que te vote, que confíe en ti, que deje la administración de lo público en tus manos, ni siquiera te conformas más humildemente con que lea tu programa, no que te escuche, que te preste atención. No, directamente, vótame, vota mi barba, mi feminidad, mis siglas caro. Al carajo. 

Me importa menos que nada. Pero me dio que pensar en los creadores de lemas y eslóganes. “Está en juego el futuro”. A ver, a estas alturas en que a nadie se le oculta (a cualquiera que le interese un poco informarse objetivamente) que nuestros partidos políticos están esposados al mercantilismo con las grandes empresas y que son estas por tanto las que dirigen nuestras vidas, que los partidos principales están llenos de corruptos, o sea ladrones, que son protegidos por los partidos por necesidad de favores o simple amiguismo, o porque confiados se saben amparados en una masa ciega y estúpida que les vota pase lo que pase. A estas alturas digo, conviene supongo pensar que esto no es serio, sino que es un juego, apueste, como en los deportes, hágase de este equipo (político) para ver si ganamos el partido (contrario). Hagan juego, no va más, es el futuro lo que se puede ganar. Pero no habíamos quedado en que el futuro no existe, si eso no es más que una abstracción, ahh, que el futuro es la esperanza de otra cosa, es lo contrario acaso del presente que está hecho una mierda, que lo hemos dejado hecho una mierda robándoos con vuestro consentimiento. Claro el presente no puede estar en juego, porque el presente es lo que existe, es lo importante, en el futuro ya habrá dado igual lo que se haya hecho o votado, esa es la trampa a la que asistimos desde hace tiempo, una de las deficiencias claves de esta democracia. Al presente ni me lo nombre, record de paro, y al pasado no digamos, nos dice que cada vez vamos a peor, mejor hablar del futuro. Futuro y juego. El futuro parece que va con responsabilidad, y en el pp tenemos la vitola de ser muy responsables, hombres de mañana, responsables, nada de rayitas ni atropellos a motos de policías. Eso ya es pasado, locuras de jovencitos descarriados inmaduros. 

Otro día podría hablar de los lemas de los otros partidos, pero me interesa este por el momento, es el que va a ganar supongo, porque siempre gana y más cuando las cosas van tan mal, que es cuando más se piensa curiosamente en el futuro. 
Resumiendo: te mando que me votes, apuesta por mí, hay un divertido juego en esto de votarme, y el premio es tatachán, el futuro, esa entelequia abstracta que no existe pero que sueña otras realidades posibles, perfectas a veces, en cuyo nombre se ha masacrado a otras personas, o mal menor, se ha cogido una papeletita con unas siglas y se ha depositado en una urna. Esta gente de los lemas sabe lo que se hace, funciona. Aunque visto lo visto, podrían haber puesto: Seguiremos haciendo lo mismo gracias a ti. Les iban a votar lo mismo.

miércoles, 7 de mayo de 2014

La maravillosa y breve vida de Oscar Wao- Junot Díaz

Uno entra en la novela de Díaz con algo de recelo, una novela que ha ganado el pulitzer amén de otros muchos premios de distinta relevancia, una novela que figura en casi todas las listas intercionales de mejores novelas en lo que llevamos de siglo. Tanta unanimidad, a veces uno piensa que se trata de uno de esos productos en los que nadie se atreve a afirmar lo contrario de lo que una ristra de premios y opiniones avalan.

 Bueno, no sé yo el que vaya a romper la cadena, lo dejo para los provocríticos que abundan mucho desde el anonimato moderno que proporcionan los blogs y la envidia de toda la vida que ha acompañado a buena parte del sector de la crítica. La vida de Oscar me parece un pedazo de novela. Una de esas novelas que se disfruta leyendo, liviana, desenfadada, falsamente simple. Narrada a partir de un "amigo" del protagonista que permite al autor este estilo tan peculiar y que es uno de los grandes méritos de la novela. Eso y la disección de la sociedad dominicana, donde los hombres gobernados por sus impulsos sexuales y las mujeres gobernadas por impulsos sentimentales que las llevan a pensar que pueden fiarse de esos hombres parecen estar todos bajo una maldición, fukú, que aparentemente no se conforma con la familia de Oscar. Su hermana, su madre y su abuelo, además del propio Oscar son los protagonistas de esta novela americana, que tantas reminiscencias tiene con otras latinas por su uso acertado de los coloquialismos, las sagas familiares, la presencia de lo sensual y la omnipresente victoria de la emoción o lo sexual frenmte a la razón.

Me resulta muy curioso que esté escrita en inglés. Aunque sea spanglish, porque es como estar leyendo novelística del boom pero adaptada y bien adaptada a los tiempos actuales. Hay mucho de educación sentimental en la primera parte de la novela, no es casual que un capítulo se llame así, educación de cada uno de los protagonistas con la excepción del abuelo donde lo que predomina es lo político que ya había venido anticipado en ciertas notas, ácidas, inteligentes (como toda la novela lo es en realidad) sobre los desmanes de la dictadura de Trujillo, Fukú de la isla, consecuencia acaso de ese Fukú, dice Díaz, que fue la conquista española. Creo que da mucho juego esa idea la de latinoamérica presa de una maldición. También funciona muy bien que Óscar sea un atípico nerd, escritor desde casi la infancia, emulador de Tolkien, gordito, enamoradizo pero lleno de sangre caribeña dispuesta a dejarse a la vida con tal de encontrar el amor, aunque sea el de una prostituta.

La violencia aunque contenida en la primera parte es protagonista de la segunda, y es contenida en su crudeza por un humor que ese sí, se desenvuelve por toda la novela, un humor interesantísimo en mi opinión que sobrepasa al de los otros referentes de la novelística del nuevo siglo, pienso en Franzen y otras vacas sagradas de la novelística actual norteamericana. Porque, parece que sólo la nostalgia es memorable y digna de perdurar en la literatura pero no el humor, cuando quizá éste sea más dificil de conseguir. Pero es que también la novela de Díaz está llena de melancolía, una tristeza infinita que acompaña al ser humano, condenado por llámalo fukú, pecado original, exceso de materia gris o como quieras, desde el comienzo de los tiempos. Y ambas cosas, posee la novela de Díaz, y también inteligencia, ya lo dije ¿no? y una pizquita de épica. Una joya, vaya.

lunes, 5 de mayo de 2014

Jonathan Lethem- Huérfanos de Brooklyn

Huérfanos de Brooklyn ha sido un alegre reencuentro con la novela negra. Una novela negra que aún respetando los moldes del género clásico; trama llena de giros abruptos, personajes que van y vienen, nombres, encañonamientos, golpes en la nuca, amores que no irán más lejos de una breve consumación sexual... trasciende los límites presentándonos a un héroe muy particular no porque sea huérfano sino porque padece el síndrome de Gilles de la Tourette, que es un fallo en el sistema nervioso que le lleva a uno, por ejemplo, a necesitar tocar el hombro de la persona que tiene delante, contar las chocolatinas que se apelotonan tras el metacrilato de una estantería o esbozar toda serie de ridículos tics, eso sin contar la incontintente verborrea, que sólo en los casos más graves (wikipedia dixit), y éste lo es, lleva al paciente a un parloteo de palabras, a veces jugando con sus sonoritdad, otras veces malsonantes o prohibidas para la voluntad del paciente que se queda casi sin la misma como consecuencia del síndrome. ¿Se hacen una idea?
 Mejor leerla, está maravillosamente bien escrita, da gusto perderse por su trama enrevesada hasta casi perderse en ella misma (como en casi toda novela negra) para presentarnos a este degustador de comida basura, bien jodido, esperpento para muchos pero que presenta los rasgos heróicos propios del protagonista de la "negra" clásica: valentía, lealtad e inteligencia. Y también obstinación claro, para seguir hasta el final aunque el resto del universo parezca sugerirle lo contrario. Personaje maravilloso, éste Lionel Essrog que acaso influyese en el fumeta de Pynchon en Vicio Propio. Es muy divertida, es muy inteligente. Aunque acaso decir lo segundo es una obviedad porque casi siempre el divertimento no puede estar reñido con la inteligencia. Es interesante y un ejercicio de contención muy gratificante, se tiene la impresión de que Lethem no está echando toda la carne en el asador para mantenerse fiel a su homenaje al género y sin embargo todo funciona perfectamente. Creo que gustará a los fieles de novela negra como a aquellos más ajenos al género.