jueves, 30 de mayo de 2013

Desde algún lugar de mi conciencia (1 parte)

Para un hipocondriaco como yo, padecer una neumonía es doblemente duro de tragar, por un lado lo que acarrea la enfermedad en sí, por el otro mi cerebrito, buscándole dificultades añadidas al hecho en sí, si la fiebre es muy alta, me pregunto si es normal que lo sea, si me encuentro bien pero me molesta la garganta me pregunto si mi sistema inmunológico no estará debilitado por verte a saber qué rayos, (quién dice rayos, dice enfermedades espantosas). 
Si el stress es causa de bajo sistema inmunológico, y últimamente he estado un poco estresado y eso es lo que posiblemente me debilitó me esfuerzo terriblemente, es decir me estreso, tratando de no estresarme.
Leo a Krishnamurti, y redescubro lo alejada que está la sabiduría de la erudición, me quedo con esta frase sobre el bien y el mal que me recordó inevitablemente a momentos muy recientes de nuestra historia y como nuestros asesinticos nos trataban de hacer tragar con las justificaciones de una guerra (las mismas estupideces con que los terroristas justifican sus actos): 
"El asesinato de una persona o varias personas, se ve justificado , porque el asesino o el grupo que el asesino representa, justifica ese asesinato como el modo de alcanzar un resultado que será beneficioso para el hombre...
Contamos con una magnífica estructura de ideas para justificar el mal. el mal es el mal, no puede dar origen al bien. La guerra no es un medio para la paz"

También termino de ver la tercera temporada de Downton abbey y siento un ultraje que se decidan a hacer una cuarta temporada a pesar de que Mathew, cuyo actor no quería continuar en la serie. Así pues, en lugar de llegar a un punto de cierto equilibro y serenidad, algo que al tono cándido y naif de la serie le viene bien, en medio minuto deciden acabar vilmente y oscuramente, el accidente en sí no se vé, con la vida del protagonista. Mathew representaba ese ideal de persona justa y equilibrada, a veces repulsivamente perfecto sí, pero también un adalid moderno del hombre renacentista, equilibrado en sus sentimientos y sus razonamientos, capaz de ver la belleza de Lady Mary, hombre moderno que sabe no despreciar los valores antiguos, leal, justo y valiente. A Mathew no se le puede matar así, lo siento mucho, no sin que yo lo censure al menos. 
Y bueno, siguiendo capítulo a capítulo la tercera de Game of Thrones, que es una de las grandes maravillas televisivas a nuestro alcance, se le escapará a muy pocos. Es puro y simple espectáculo, sexo, maldad, codicia, envidia, pero también fraternidad, amor y lealtad. Todo ello con dragones, magia negra, muertos vivientes y un invierno que augura ser largo. Esta serie ha conseguido contar con seguidores de todo pelo; intelectuales, cinéfilos, palomiteros y gafapasta se alistan sin más remedio, ha conseguido que hasta sus historias secundarias más plomizas e irrelevantes sean ahora excitantes, no nos alistaremos fácilmente a ninguno de los bandos preferimos disfrutar del festín. 
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