martes, 21 de enero de 2014

Lecturas muchas, tantas

El problema de leer es el tiempo. Cuando tenía tiempo leía mucho, leía incluso cosas que tampoco me gustaban demasiado pero había que leer (porque uno en seguida sigue sigue un canon aunque sea de modo inconsciente), releía cosas que me gustaban mucho, o leía por encima cosas que quería terminar por el simple hecho de decir que había leído. Son esas cosas de la juventud. No sabía entonces que no existe un tiempo infinito para leer, que a poco que uno vaya haciéndose mayor (familia, trabajo..) es habitual que se tenga mucho menos tiempo para leer, infinitamente menos tiempo para leer en realidad. Pero también uno aprende que no tiene porque leer cosas que no le gustan, aunque al resto sí, o ciertos agentes de autoridad consideren que sean cosas imperdibles de leer. Lo que es más importante aprende que aunque tuviera por poner por casos, una vida larga, o varias vidas humanas, aunque tuviera dos mil años de existencia para leer, por hablar en términos de era cristiana, apenas si tendría tiempo para leer. Si cada lectura es dependiente de un lector, y nosotros estamnos conformados de innumerables yoes en acto y potencia (el propio periodo de lectura implica unas circunstancias que nos transforman en otro), existen practicamente lecturas y relecturas infinitas de tan sólo una obra. Si los barrocos leyeron un Quijote distinto a los románticos y ambos leen un Quijote distinto al que nosotros leemos hoy que a su vez será distinto del que lean nuestros hijos, no basta un número de años finito para calcular las potenciales lecturas de una obra. Aunque no pretendo ser un adalid de crítica postmoderna creo que este pensamiento que a algunos perturbará a mí me tranquiliza bastante. Ahora mismo estoy leyendo estos libros de relatos: Cien novelas río de Manganelli, Técnicas de iluminación de Eloy Tizón y Las lunas de Jupiter de Alice Munro. Estoy leyendo Mother Night de Vonnegut en inglés y también en inglés Kill a mockingbird y El secuestro de Perec traducido y también he leído tres páginas de la última de Murakami. Estoy leyendo a Sankara y Gaganji de filosofía advaita. Tengo pendiente de leer todo esto, y a lo mejor hay varias cosas que no acabo o dejo en suspenso durante meses y años y luego retomo. Pero... ¿Qué mismo da? Durante un tiempo pensé que tenía que leer X cosas para llegar a algún sitio, para convertirme en otra cosa. Ahora trato de recordar que se debe leer por simple y puro placer, del mismo modo en que tomamos alimento para el cuerpo, tomamos historias y palabras para el alma. Hay grandes lecturas que todos tenemos de algún modo en el recuerdo, yo por ejemplo tengo asociado a ciertos momentos de mi vida la de Rayuela y los cuentos de Cortazar, la de La ciudad y los perros, Aegypto, Guerra y paz, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, por poner sólo algunos ejemplos de grandes novelas que supusieron gratísimas lecturas en mi vida personal. Recuerdo leyendo el Quijote un verano en la isla de Fuerteventura, era un tiempo en que volví a salir a correr, mi hijo no tenía ni un año de edad y el miedo estaba muy presente en mi vida, tengo especial cariño de esa lectura en ese momento de mi vida, y tengo la sensación de que esa lectura y mi propia vida son también de algún modo ambas integradas, una lectura también. De hecho, estoy casi seguro de que es así, a pesar de no ser capaz de pintar con palabras el tipo de lector que la lleva a cabo.

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