Ayer amaneció el día con la impactante noticia de que Lance Amstrong dejará de defenderse de las acusaciones de dopaje que se le están atribuyendo. Esa actitud de brazos caídos puede suponerle la pérdida de los siete tours de Francia. Llevábamos años oyendo rumores sobre la posible implicación del americano en los escándalos, que ya no lo son por repetidos, de dopping.
No voy a ser cínico, la noticia no me terminó de disgustar, y no se trata de que con eso Induráin volvería a recuperar la hegemonía del ciclismo de todos los tiempos, no. Es simplemente que me parecía un deportista arrogante y estúpido que se nos vendió con el celofán del progreso humano y el cáncer superado, (y la retahila subsiguiente del sueño americano y la primacía de la voluntad sobre todas las cosas). Nunca le vi un gesto solidario en la carrera, ni siquiera un guiño simpático, y lo cierto es que cuando tras la segunda invasión de Irak le preguntaron y se negó a criticar dicha intervención, lo sentencié definitivamente. Lo único bueno de él era lo deportivo, que ya llevaba mucho tiempo poniéndose en entredicho, aunque en este ciclismo que vimos, al parecer todos iban drogados.
Supongo que es genial que haya limpieza en el deporte, que nadie se dope y por tanto, haga trampas. El hecho de que haya que recurrir a eso en el deporte es una muestra de la estupidez reinante y la obsesiva tendencia al más rápido, más títulos, más record y más inmortalidad de silicona y química. Pero lo cierto, y también es que desde que comenzó el vampirismo y la obsesión por la limpieza de sangre el ciclismo se ha convertido en un deporte sin alma, un deporte diferido en el que uno no se puede fiar si de lo que está viendo será el resultado final. Como decía un amigo mío, que sabe infinito de ciclismo, todavía no me fío de que le quiten a Sastresu mítica etapa. Sobran los ejemplos, y no se trata sólo de etapas, no serían los primeros tours que se ganan a posteriori. A este paso, y visto el final trágico de algunos ciclistas, no me extrañaría que se empezase a ganar de forma póstuma. No sé cual es el remedio para esto, pero si finalmente se produce la retirada de sus siete tours, Ullrich, ganaría tres, y Kloden, Beloki, Basso y Zulle ganarían uno. Aunque en parte les alegrará, será una alegría mucho menor. De los últimos 14 tours, 9, repito en 9, el hombre que se subió al podio en París vestido de amarillo no habría sido el verdadero ganador. Comienza ya a ser grotesco.
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