viernes, 31 de agosto de 2012

Madrid ha muerto (para mí)

He regresado a Madrid para estudiar, me he encontrado con una ciudad seca, áspera, llena de conductores psicóticos y aberrantes y un calor insoportable, la tercera semana de Agosto no bajábamos de los treinta grados en todo el día, incluída la noche. Hace un tiempo, cada vez más lejano, me gustó Madrid, me gustaban sus noches eternas en las que parecía que cualquier cosa era posible, tomar unas cañas en la plaza de Santa Ana, o rememorar bares por Malasaña. 
Si quedaba algún resto de amor este veranos se diluyó a golpe de gota de sudor. Tenía la sensación de que todo estaba sucio, de que la gente no era feliz. Creo que la crisis rebota especialmente duro contra el asfalto y es por eso que me resulta más difícil salir indemne. Madrid siempre será mi ciudad, la ciudad más especial del mundo, capaz de acoger a gente sin importarle de donde viene, la ciudad de los museos y las librerías, llena de lugares en que me críe emocionalmente y espiritualmente. Pero, hoy, no la soporto, ni siquiera el canto de sus sirenas de la noche es capaz de emocionarme.
No soporto su ritmo, su stress, ni a sus perversas e ignorantes regidoras, ni la denigración de la cultura y la bobería a la que nos someten desde hace ya demasiados años. Por un lado la modernidad y la europeización están acabando con aquello indómito que tenía Madrid y que de algún modo extraño hacían de ella una ciudad hostil pero al mismo tiempo ingenua... de otro lado la pandereta la arrincona con su casticismo insoportable; su feria de San Isidro, el espectáculo Duval, el mecánico casticismo.
Y su cielo, que según el dicho real, era lo mejor, ahora está cada vez más cubierto de contaminación, se dice que el ecologismo es el falso Dios al que se agarran los ateos y la señora Aguirre dice que es un aire estupendo. 
Lo mejor de Madrid, es su gente, que es la mía, los amigos y la familia, los que lo fueron y los que lo son. Lo mejor de Madrid es que aunque te golpea no te juzga, no te pregunta de donde vienes ni si te quedarás mucho tiempo. 


3 comentarios:

  1. A Madrid llegué para estudiar en la Facultad, y me sedujo; sin embargo, acabando la carrera, me marché a trabajar fuera precipitadamente, eran los finales de los 80 y a mí me parecía que la ciudad estaba insoportable, de una mala leche crónica, e invivible por la subida de precios, la dificultad de encontrar trabajo.

    El caso es que anduve once años fuera y cuando regresé en el 99 estaba ávido de gran ciudad y absolutamente alienado de la vida en una capital de provincias. Entonces fue cuando de verdad me enamoré de Madrid. Toda la década de los 2000 me pareció aquí maravillosa -mucho mejor que los pretendidamente ideales 80-, además me parecía que la ciudad se desperezaba, que surgían mil cosas nuevas, distintos circuitos y posibilidades -a lo mejor era yo el que se desperezaba y el que descubría todo, o las dos cosas al tiempo, era como un renacer paralelo-.

    He proclamado mi amor por Madrid a los cuatro vientos, pero desde hace un tiempo me está pasando, con frecuencia, lo mismo que tan bien describes tú -aunque a veces la ciudad te regala una de esas noches maravillosas que solo suceden aquí y me reconcilio durante un tiempo-. Tal vez sea solo que soy yo -nosotros- el que está cansado. O no.

    Llevo dos o tres veranos pensando, en los sitios donde vamos, que qué bien se viviría allí, sobre todo si están cerca del mar. El caso es que me da miedo hacer planes para mudar de sitio, porque la otra vez me arrepentí tanto.. aunque no es la misma situación vital, por la edad, pero siempre es algo que se debe meditar mucho.

    Bueno, no te quejarás de reflexión, jaja.. y son las tres y pico de la mañana.

    Un abrazo

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  2. Tengo familia allí, pero nunca he pasado demasiado tiempo como para aburrirla. Un abrazo y suerte en Madrid!

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  3. Muchas gracias por tu reflexión Justo, como siempre un placer leerte.
    Gracias Jordi. Otro abrazo para ti también.

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