He decidido leer ciertas novelas que llevo años prorrogando leer por pereza, por su dimensión, por no haber encontrado el momento o por no haber conseguido conectar con ellas. 1 obra al mes, durante diez años, un total de 120. He hecho una lista ,incluso le he dado un nombre al proyecto: literatuya.
Pero la palabra no se compone de un posesivo sino de un adverbio, no quiero poseer nada, no quiero demostrarme nada, durante bastante tiempo la literatura se convirtió para mí por un extraño complejo en el que no me dentendré por el momento, en una forma de demostrarme a mí mismo algo, en comprobar que era algo, tengo que leer tal, tengo que disfrutarlo. No quiero ser como el personaje de Berlanga en Amanece que no es poco. Suficiente sufro a veces como aspirante a escritor como para que la lectura me remueva mis inseguridades. Este proyecto está orientado al placer única y exclusivamente, quiero disfrutar con esas maravillas que hasta hoy me perdí y que como amante de literatura quiero probar, si no me convencen las dejaré, quizá lo pruebe años más tarde o quizá no, no merezca la pena ni siquiera. He seleccionado sobre todo narrativa, pero no he querido cerrar las puertas ni a la poesía, ni al teatro ni a la filosofía.
Aunque no voy a comentar todas, lo haré con aquellas cuyo resultado me haya resultado más satisfactorio o quizá más decepcionante, en general, como casi siempre en general he hecho tenderé a la crítica positiva. Me gustó escuchar a Andrés Ibáñez, que en tantas cosas ha sido un maestro para mí, que el trabajo de escritor es tan poco satisfactorio en la mayor parte de las ocasiones que es algo desproporcionado que otros colegas de profesión te critiquen, y no puedo estar más de acuerdo. Si lo haré aquí alguna vez será para dar mi opinión sincera sobre una obra que supuestamente es canónica y no fui capaz de encontarle ese valor. En cualquier caso trataré de ser benevolente con aquellas partes que no hayan sido tan bien tratadas por el paso del tiempo y me centraré en lo universal e imperecedero que en ellas encuentre. Dos cosas más, no pienso leer crítica sobre esa obra hasta haber terminado de leerla para evitar la predisposición y en mi selección on incluiré (a pesar de tener ganas de leer muchas obras recientes que ya son casi canónicas) ninguna obra anterior a mi nacimiento.
La primera obra que he leído es los hermanos Karamazov de Fiodor Dostoevski. Es una novela de 1000 páginas que he leído en 18 días y con eso ya digo buena parte de lo que me ha gustado.La escribió en un par de años, salió por entregas como era costumbre en la época en 1880, un año antes de la muerte del autor ruso y según la mayoría es su mejor novela. Yo sólo he leído crimén y castigo, muy jovencito y me pareció que Dostoievski era un pintor maravilloso del alma humana, sobre todo las atormentadas, y especialemente cuando el tormento viene por las culpas. Eso era crimén y castigo y eso también está en esta obra, pero mucho más. Aunque una novela de 1000 páginas tiene inevitables momentos densos, a mí personalmente no me ha conquistado demasiado la historia secundaria de Iliusha, he de decir que practicamente no decae, y que tiene momentos de absoluta grandeza y emoción literaria que sin duda no desmerecen la ristra de elogios que lectores bien variopintos le han dedicado. Es la novela perfecta para comenzar este proyecto, emoción, maestría narrativa y gran inteligencia. Puede que Tolstoi sea más elegante, pero es innegable que Dostoievski es un genio.
En mi opinión, como todo lo que voy a decir por otra parte, porque no he leído ninguna crítica sobre esta novela, es una novela cuyo tema es la fé o la falta de ella, en unos personajes en particular, muy extremos y en una situación extrema, pero también en un momento en que la falta de fé comenzaba a arraigar con profundidad, especialmente en los círculos intelectuales, estamos a finales del siglo y tener creencias religiosas es sinónimo de ingenuidad por no decir ignorancia. La primera parte aún siendo más lenta es para mí tan valiosa o más que la segunda. Hablo de partes hipotéticas dividiendo el libro por la mitad. El problema quizá es que en esta primera parte los personajes son algo más caricaturescos y bastante maltratados por parte del autor, aspecto este que no me suele gustar en los narradores omniscientes, acaso porque aspiro a divinidades compasivas. El único que se salva es Aliosha que es el héroe de la novela, o al menos el personaje más idealizado, por momentos incluso casi cercano al Starets zosima, al que venera. Digamos para los que no han leído la novela que es un hombre santo, una especie de gurú de la iglesia ortodoxa rusa. Ellos representan la fé y en contraposición tendríamos a Miusov, que luego desaparece pues sus ideas eclipsadas son sustituidas por la exposición más nihilista que ateista de Iván. De hecho este tiene una larga conversación con Aliosha, que encarna el trasunto principal de la novela. Me gusta el personaje de Fiodor al final de esta parte porque pasa de ser un personaje bufonesco y caricaturesco por un personaje más complejo, un epícureo dispuesto a llevárselo todo por delante. En la época caótica en una novela de misterio, el asesino hubiera sido el santo Aliosha, en los tiempos de Dostoievski no se puede llegar a tanto, es fácil adivinar quién ha sido el culpable, sin embargo el autor es capaz de darle las suficientes vueltas de tuerca como para hacernos dudar en algún momento lo cual tiene mucho mérito para un lector del siglo XXI. Me decepcionó un poco el juicio en la parte final, no me funcionó que se mencionara el resultado de antemano, y se me hizo casi indigerible el parlamento larguísimo del fiscal convenciendo al pueblo de algo que sabemos que es mentira, aunque a lo mejor eso es lo que quería el autor, sacarnos de quicio haciéndonos ver como de obstinada, ciega e injusta es la humanidad. La misantropía en la primera parte era una caricatura, en la segunda, unos acontecimientos. Hablando de caricaturas Smerdiakov se lleva la palma. Es el asesino, pero también, otro Karamazov, el ilegítimo, de él Iván dice una frase memorable "ésta mala bestia, y encima con gafas". Eso es Dostoievski en su salsa. La novela también habla de padres e hijos, de la sociedad rusa y por supuesto de las apariencias y la realidad, y no sólo por la trama principal sino porque aunque Dmitri es inocente del parricidio es culpable de un crimén acaso más horrible que es el de la ofensa al capitán y su hijo.
Mis momentos favoritos y llenos de esa grandeza a la que antes me refería son:
El comienzo del libro y esa síntesis maravillosa que nos pone en escena a Fiodor y su vida. El esperpéntico encuentro con el Starets, lleno de gran tensión y al mismo tiempo sirviendo al autor para plantear el conflicto de la historia en un marco en el que aparentemente no tiene nada que ver (sólo aparentemente), la vida del starets magníficamente narrada y sobre todo esa historia del asesino que se le confiesa (de nuevo la culpa) y por supuesto, y en esto no creo que sea muy original, la historia de Dmitri desde que es engañado por Samsonov hasta que es detenido por la policíaen la que se consigue un efecto de climax de más de setenta páginas, lo tiene todo, los momentos en la taberna tratando de despertar al borracho, el empeño de las armas, la locura, la desesperación, la culpa, pero también la lucidez ebria, el amor y la esperanza. El interrogatorio así como las dos noches en las tabernas son un antecedente de la literatura kafkiana y por tanto de la modernidad. En otra línea, pero muy sobrecogedora y patética también es la entrevista particular de Iván tras su última visita a Smerdiakov.
Podría seguir hablando líneas y líneas de esta novela. Es una maravilla, no sólo porque sea literatura adictiva, esa virtud maltratada estúpidamente por la modernidad, si no por la brillantez y al mismo tiempo la naturalidad con la que está escrita. Lo único malo de leerla es que no podrás volver a leerla por primera vez.
En mi opinión, como todo lo que voy a decir por otra parte, porque no he leído ninguna crítica sobre esta novela, es una novela cuyo tema es la fé o la falta de ella, en unos personajes en particular, muy extremos y en una situación extrema, pero también en un momento en que la falta de fé comenzaba a arraigar con profundidad, especialmente en los círculos intelectuales, estamos a finales del siglo y tener creencias religiosas es sinónimo de ingenuidad por no decir ignorancia. La primera parte aún siendo más lenta es para mí tan valiosa o más que la segunda. Hablo de partes hipotéticas dividiendo el libro por la mitad. El problema quizá es que en esta primera parte los personajes son algo más caricaturescos y bastante maltratados por parte del autor, aspecto este que no me suele gustar en los narradores omniscientes, acaso porque aspiro a divinidades compasivas. El único que se salva es Aliosha que es el héroe de la novela, o al menos el personaje más idealizado, por momentos incluso casi cercano al Starets zosima, al que venera. Digamos para los que no han leído la novela que es un hombre santo, una especie de gurú de la iglesia ortodoxa rusa. Ellos representan la fé y en contraposición tendríamos a Miusov, que luego desaparece pues sus ideas eclipsadas son sustituidas por la exposición más nihilista que ateista de Iván. De hecho este tiene una larga conversación con Aliosha, que encarna el trasunto principal de la novela. Me gusta el personaje de Fiodor al final de esta parte porque pasa de ser un personaje bufonesco y caricaturesco por un personaje más complejo, un epícureo dispuesto a llevárselo todo por delante. En la época caótica en una novela de misterio, el asesino hubiera sido el santo Aliosha, en los tiempos de Dostoievski no se puede llegar a tanto, es fácil adivinar quién ha sido el culpable, sin embargo el autor es capaz de darle las suficientes vueltas de tuerca como para hacernos dudar en algún momento lo cual tiene mucho mérito para un lector del siglo XXI. Me decepcionó un poco el juicio en la parte final, no me funcionó que se mencionara el resultado de antemano, y se me hizo casi indigerible el parlamento larguísimo del fiscal convenciendo al pueblo de algo que sabemos que es mentira, aunque a lo mejor eso es lo que quería el autor, sacarnos de quicio haciéndonos ver como de obstinada, ciega e injusta es la humanidad. La misantropía en la primera parte era una caricatura, en la segunda, unos acontecimientos. Hablando de caricaturas Smerdiakov se lleva la palma. Es el asesino, pero también, otro Karamazov, el ilegítimo, de él Iván dice una frase memorable "ésta mala bestia, y encima con gafas". Eso es Dostoievski en su salsa. La novela también habla de padres e hijos, de la sociedad rusa y por supuesto de las apariencias y la realidad, y no sólo por la trama principal sino porque aunque Dmitri es inocente del parricidio es culpable de un crimén acaso más horrible que es el de la ofensa al capitán y su hijo.
Mis momentos favoritos y llenos de esa grandeza a la que antes me refería son:
El comienzo del libro y esa síntesis maravillosa que nos pone en escena a Fiodor y su vida. El esperpéntico encuentro con el Starets, lleno de gran tensión y al mismo tiempo sirviendo al autor para plantear el conflicto de la historia en un marco en el que aparentemente no tiene nada que ver (sólo aparentemente), la vida del starets magníficamente narrada y sobre todo esa historia del asesino que se le confiesa (de nuevo la culpa) y por supuesto, y en esto no creo que sea muy original, la historia de Dmitri desde que es engañado por Samsonov hasta que es detenido por la policíaen la que se consigue un efecto de climax de más de setenta páginas, lo tiene todo, los momentos en la taberna tratando de despertar al borracho, el empeño de las armas, la locura, la desesperación, la culpa, pero también la lucidez ebria, el amor y la esperanza. El interrogatorio así como las dos noches en las tabernas son un antecedente de la literatura kafkiana y por tanto de la modernidad. En otra línea, pero muy sobrecogedora y patética también es la entrevista particular de Iván tras su última visita a Smerdiakov.
Podría seguir hablando líneas y líneas de esta novela. Es una maravilla, no sólo porque sea literatura adictiva, esa virtud maltratada estúpidamente por la modernidad, si no por la brillantez y al mismo tiempo la naturalidad con la que está escrita. Lo único malo de leerla es que no podrás volver a leerla por primera vez.
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