La
cuarta temporada de Breaking Bad es para mi gusto la más floja de las cuatro.
Me indica un amigo que hubo problemas con el presupuesto al comienzo y que por
eso abundan las escenas de interior y los diálogos algo alargados que, en
definitiva, ralentizan la acción, sobre todo si se viene embalado de la
electrizante tercera temporada.
En
cualquier caso y dado que estamos ya muy avanzados, los seguidores de la serie
llegamos hasta aquí tan entregados que estamos dispuestos a seguir sin ninguna
reserva a nuestros personajes favoritos. Ya he hablado de Saul Goodman en otras
ocasiones, y es que es un personaje que me encanta, además en esta temporada
también se hace importante Mike, el guardaespaldas de Gus Fring.
Toda
la temporada, tras el sangriento inicio, trata sobre las estrategias mentales
del héroe y el villano para acabar el uno con el otro. Las agudas
investigaciones de Hank acelerarán el proceso.
Existen
momentos algo repetitivos, y el final aunque acelera gustosamente la tensión es
como ocurría en la segunda temporada algo forzado. Quizá lo más sabroso de la
serie tenga lugar alrededor de una piscina lujosa en el complejo del capo
mexicano. La primera de las escenas puede formar parte de una antología del cine
mafioso de todos los tiempos (donde no tendría desde luego fácil
competencia). Por supuesto lo mejor de
esta serie de capítulos es que serán la antesala de la quinta temporada, que
comenzará a emitirse en Julio, será más larga que las anteriores y supondrá el
desenlace final de una de las mejores series en activo.
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