Habré pensado en leerme este libro una decena de veces y a pesar de que es una novela pequeña y accesible no ha sido hasta esta semana santa, en que eso que llamamos azar, lo puso en mis manos.
A pesar de que es una novela relativamente temprana en vida del autor, menos de cuarenta años, parece estar escrita por alguien a quien los años le han dado, diriase incluso excesiva, sabiduría. Como buena novela corta, la trama es muy simple, un escritor cincuentón, viudo, aburrido de su rutina en Munich se decide a viajar al sur, tras estar en una isla en el adriático, llega a Venecia donde se ve sorprendido por la presencia de un joven de catorce años por el que siente una pasión irresistible, dicha turbación se verá enmarcada por un brote de cólera mortal que aparece en la ciudad.
Lo malo: No me ha gustado mucho el estilo del lenguaje de Mann, a veces es artificiosamente denso o bien empapa en excesos de adjetivos algo redundantes su narración.
Lo bueno: Practicamente todo, coincido con la crítica general que habla de obra maestra. Al igual que otras compañeras del subgénero como la metamorfosis o el viejo y el mar, tras la aparente anécdota de la trama se resuelven algunas de las esencias del alma humana. Es la vieja historia de civilización versus barbarie, o en terminos Freudianos, del ello y el superyo, aquello que nos destruye y que paradójicamente es lo único que parece conectarnos con la vida.
Me ha gustado mucho el tono melancólico del relato, la tristeza que lo impregna todo, y sobre todo esa crítica despiadada al orden burgués. Ese vacío que engulle al personaje dispuesto a sacrificarlo todo por lo que siente como una verdadera pasión.
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