De hecho todos los que nacen en el país lo son. Y quizá sea peligroso viendo como está económicamente nuestro país, pero es que además los españoles tenemos especial fama de vagos, corruptos y mentirosos.
No es peligroso que nos juntemos tantos del mismo tipo y que las grandes ciudades a excepción de unos cuantos inmigrantes, en muchos casos minoría, estén formadas por cientos de miles de españoles.
¿No es cierto que los dos partidos que nos malgobiernan desde hace años no están compuestos única y exclusivamente por españoles, y los profesores y los médicos que tienen tan mala fama, no son en su más inmensa mayoría españoles?, y así con todos los altos cargos directivos, ¿los jueces, jefes de la policía, curas, abogados y casi toda forma pública de poder no está compuesto mayoritariamente por españoles?
No sé a ustedes, pero a mí el tema me tiene bastante preocupado, resulta que oigo a gente a mi alrededor, gente amable y respetable en muchos casos, achacar los males de nuestro tiempo a la inmigración, una mujer se quejaba el otro día de que en la guarderías públicas sólo admitían inmigrantes (como si eso fuera verdad), algunos colegas el otro día sentenciaban al hurto a la comunidad rumana al completo, hasta algunos jovenes estudiantes se han creído que la crisis es culpa de la inmigración.
Pero, ¿cómo es posible que sean los inmigrantes capaces de este desaguisado, cuando ocupan una parcela reducida de administración del país?
Todavía me maravillo del empeño y la cultura educativa que tienen las personas del este, es notorio entre los profesores como muchos de ellos vienen haciendo las cosas muy bien y es con el contacto con los españoles con los que se terminan de echar a perder. Cada mañana comparto en el parque tiempo con personas de sudamérica, filipinas o ucrania y tengo la sensación de que es una suerte poder convivir con gente de otras culturas, con otros valores, con defectos y virtudes poco usuales entre los españoles.
El otro día reventé una rueda con un bordillo, y un chaval marroquí que pasaba por allí se ofreció a ayudarme a cambiarla, el buen hombre se manchó las manos, y sudó la camiseta tanto como yo simplemente porque entendió que es lo que debía de hacer. A nuestro lado, un acomodado español con su buen coche no fue capaz de dejarnos el gato un minuto porque tenía prisa (pero no era cierto, porque cambiamos la rueda al final antes de que se marchara).
Evidentemente el comienzo de esta entrada era fingido, me gustan los españoles, aunque tenemos grandes defectos, somos personas amables, abiertas en su mayoría a las personas, somos alegres y también reposados y familiares. Pero no soy tan maniqueo como para pensar que lo nuestro es lo bueno y lo de fuera es lo malo, eso es una solemne tontería, a veces, aunque nos cueste reconocerlo, es al revés, hay mucho cretino suelto que se llena la boca hablando de la criminalidad de la inmigración y luego es incapaz del más mínimo detalle ético, (como el tipo que fue incapaz de mover un dedo para dejarnos prestado el gato). Pensar que lo de fuera o lo diferente es peor o inferior tiene un nombre: se llama complejo de inferioridad. El racismo no es más que inseguridad personal y miedo.
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